En memoria de una madre y su hijo Hoy recordamos con cariño a una madre y un hijo que compartieron una vida unida por el amor, la complicidad y esos pequeños rituales que los hacían inseparables. Entre ellos, sus momentos de charla mientras fumaban un cigarro, no por el hábito en sí, sino por la oportunidad de detener el mundo y simplemente estar juntos. Eran instantes que se llenaban de risas, de silencios que hablaban solos y de una cercanía que solo ellos entendían. Cada conversación, cada mirada y cada gesto construyeron un lazo que ni el tiempo ni la ausencia podrán borrar. Aunque ya no están físicamente, su presencia permanece en cada recuerdo, en cada historia que dejaron y en cada corazón que tocó su manera de amar. Hoy los honramos no por lo que hacían, sino por lo que fueron: dos almas que encontraron en la compañía mutua su mayor refugio. Que su memoria siga iluminando los días y recordándonos el valor de cada momento compartido.