"Mi abuelito fue más que un miembro de la familia: fue mi guía, mi ejemplo, mi segundo padre. Más que un abuelo, fue mi vida entera y uno de los corazones más nobles que conocí. Su presencia llenaba cualquier lugar de paz y cariño; su carisma siempre me sacaba una sonrisa en mis peores momentos y sabía cómo hacerme feliz. También sabía el momento para darme un consejo sabio y una lección de vida, para después reír juntos de sus viejos tiempos. Desde su partida, no hay día en que no piense en él. Me parte el alma ver a mi mamá llorar por la ausencia eterna de su padre, y saber que todos sus hijos lo extrañan, aunque no siempre lo expresen. No hay día en que no recuerde su voz o sus historias que parecían eternas, aunque las hubiera contado más de cinco veces; yo siempre lo escuchaba con la misma admiración. Él siempre buscaba la manera de hacer sentir a todos importantes. Aunque ya no esté físicamente, su amor sigue y seguirá siendo incondicional. Veo sus valores en mí, en los gestos que aprendí de él, y sé que su esfuerzo por enseñarme no fue en vano. Gracias, Abuelito Beto, por mostrarme lo que significa amar sin medida, por tu paciencia infinita y por todo lo que diste sin esperar nada. Hoy y siempre te recordamos tus hijos y tu nieta con gratitud y con un amor que el tiempo no podrá borrar. Tu cariño vive en nuestros corazones. Te extrañamos mucho, y algún día volveremos a reencontrarnos."